Bayardo Tobar
Los intelectuales orgánicos de la derecha y la ultraderecha, incapaces de ofrecer soluciones para los efectos desastrosos del funcionamiento del sistema: crisis económicas y financieras recurrentes, devastación de la naturaleza y de los seres humanos, obscena concentración de la riqueza y creciente desigualdad, insisten cansinamente en identificar a la izquierda con el fracaso de las experiencias del llamado “socialismo real” o del “socialismo del siglo XXI” para deslegitimar su existencia, criminalizar y reprimir las luchas sociales y se han olvidado de referirse al “fin de la historia” y la “victoria” del capitalismo.
En “El fin de la historia”, Francis Fukuyama, interpretó el derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS-, el giro de China hacia las reformas de mercado y su integración en el capitalismo global como la victoria definitiva de la economía de mercado y la democracia liberal.
La economía de mercado se mantiene y se reproduce, pero, en medio de crisis recurrentes y de larga duración como la Gran Recesión del 2008 y los reiterados así como fallidos esfuerzos de regulación del mercado para evitar lo inevitable: “el abuso de poder de mercado” de las grandes corporaciones tecnológicas y farmacéuticas y, por otro lado, la disputa geopolítica por el control de las materias primas y minerales que, para desgracia de nuestros pueblos y solaz de las élites cipayas que nos gobiernan, están en América Latina y el Ecuador. El libre mercado es una fantasía y mercado per se esincapaz de garantizar la inclusión social o el cuidado del ambiente.
La democracia liberal también sobrevive,aunque no impera en la mayor parte del mundo y donde existe, incluyendo a Estados Unidos, la cuna de la democracia moderna, se mantiene la formalidad de la renovación periódica de gobernantes con elecciones universales pero está seriamente amenazada por el ascenso de partidos de ultraderecha, “nacional populistas”, “neoliberales desbocados” o libertarios, xenófobos, racistas, negacionistas (del cambio climático, de las vacunas, etc., etc.) autoritarios y guerreristas. Los resultados esperados en este año super año electoral en Estados Unidos o Francia, por ejemplo, confirmarían el fin de la ilusión de que democracia y capitalismo son compatibles.
Vista la crítica situación internacional y nacional, la derecha no tiene nada de qué presumir en términos de garantizar estabilidad económica y política, bienestar y paz para la población. Y la izquierda no puede ni debe renunciar a su misión de promover la transformación del sistema por una razón simple: el capitalismo no puede ser la solución a los fracasos que el propio capitalismo produce. Es imperativo la construcción de una sociedad mejor en la que los grandes avances de la ciencia y tecnología, del conocimiento acumulado por la humanidad, esté al servicio del hombre y no del capital, donde la población, al menos, tenga garantizada la comida, la vivienda, la salud, la educación y la recreación.
